Con toda las que está cayendo y en los tiempos convulsos en los que nos encontramos, quiero escribir estas palabras para intentar que os llegue con intensidad a todos vosotros.
Para todos vosotros, que tenéis criterio, nací en Mayo de 1.973, apenas tenía 2 años cuando murió Franco, al que ahora llaman dictador, y 5 años cuando se votó y aprobó la Constitución Española. Naturalmente no me acuerdo de nada de eso, pero estoy en una buena posición y con bastante criterio para opinar de estos últimos 35 años.
No tengo un criterio muy claro del por qué se originó la guerra civil Española, pero lo que sí que tengo claro como mucha gente de mi edad es que a mis dos partes de abuelos, se la comieron con patatas.
A mi abuelo materno lo conocí poco, era de un pueblo de la provincia de Logroño, y poco me habló de la guerra, pero mi madre de ya mayor me contó que el ejército de un bando, entró y arrasó el pueblo, a mi abuelo también le tocó y su comercio quedó hecha añicos.
A mi abuelo paterno no lo conocí, del Valenciano barrio de Ruzafa, se pasó toda la guerra y parte de su vida, huyendo del enemigo. La única historia del abuelo Ramón relativa a la guerra que conozco es que se tuvo que esconder dentro de un palomar lleno de mierda para que el otro bando no le metiera dos tiros en la cabeza.
Al acabar la guerra, Julián, mi abuelo materno se pudo recuperar, casado con la panadera del pueblo, pudo llevar una vida cómoda pero siempre basada en el trabajo, esfuerzo y sacrificio.
En cambio mi abuelo paterno siguió sus andadas, salió a por tabaco un día y ya no regresó, dejando sola y desamparada a su mujer y dos hijos, mi padre y mi tío. Todos sabréis que por aquella época no existía ningún tipo de protección social para una persona que su marido ni está muerto, ni enfermo, ni nada de nada.
No tengo odio, no tengo rencor, hacia ningún bando, por lo que mis abuelos pasaron en la guerra. A todos vosotros os digo, personas 70-80 años, gente de posguerra, que empatizo con el dolor y sufrimiento que trajo la guerra a vuestros padres y a vosotros:
Mi padre nació en Marzo de 1.938, en plena guerra, tuvo un hermanito que nació 3 años más tarde, por lo tanto puedo decir que ellos fueron hombres de posguerra.
Tengo criterio porque ellos me contaron las calamidades que pasaron, más mi tío que mi padre, ellos sí que realmente pasaron hambre y no se me quita de la cabeza cuando mi tío me contaba en varias ocasiones que cuando eran pequeños y tenían hambre, muchas veces comían lo que sacaban de rascar un palo a la suela de sus zapatos. Uff, eso si que era hambre y eso si que era tener valor para afrontar un situación extrema con total entereza y humildad.
El momento crítico y que marcó la vida de mi padre es cuando mi abuela llegó a una situación que no podía mantener a sus dos hijos. En un ejercicio de integridad tuvo que tomar la difícil decisión de tener que mandar a su hijo mayor al asilo de San José para que al menos pudiera recibir los cuidados básicos, mi padre tenía 9-10 años.
Fueron pocos los meses en que mi padre estuvo en el asilo, momentos muy duros, os podéis imaginar. Gracias a una tía-abuela suya que fue a visitarlo, pudo ver en qué situación se encontraba y lo pudo sacar de ahí y encargarse de él una temporada. Suficiente tiempo pasó mi padre en ese sitio para que se le quedará grabado para toda su vida, jamás, nunca jamás, mi padre nos contó nada de su complicada niñez, y menos de su tiempo en el asilo, mi padre lo pasó muy mal y no por eso voy a cultivar un odio a los que tuvieron la culpa de ello.
Mi padre y mi tío pudieron salir adelante y pasar su infancia y juventud como pudieron, sacaron sus estudios básicos y pudieron empezar a trabajar dignamente y con unos sueldos que para aquella época estaban bien.
Mi padre se casó con una hermosa mujer de un pueblo de Logroño, pero hicieron vida en Valencia, donde yo nací. Tengo que dar de nuevo gracias a mis padres por haberme hecho pasar una infancia y juventud sin traumas de ningún tipo, en un ambiente cómodo y propicio para no caer en una de las tantas desgracias que en los años 80-90 existían en las calles.
A todos vosotros, gente de 15-25 años, os tengo que decir que también en mis tiempos existía el odio y la violencia entre grupos, nos pegábamos en el colegio, en el barrio, en la puerta o dentro de la discoteca, y ahí se quedaba, de ahí no pasaba. Ahora vosotros tenéis una poderosa y maravillosa herramienta que estáis mal utilizando, cualquier acto, cualquier mala acción la pasáis al móvil fotografiando o grabando y enseguida queda volcada a todos vuestros grupos y todas vuestras redes. Actuar con consecuencia y pensar, recapacitar si eso en verdad vale la pena.
Jamás mi padre hizo una mala manifestación sobre la política, y lo poco que le oí hablar de ella, era una manifestación siempre basada en el criterio, coherencia e inteligencia. Mi padre era un hombre culto, teníamos enciclopedia en casa, y siempre que quería exponer algún criterio o idea, antes se ilustraba, se empapaba de libros, estudiaba y sacaba su propio criterio y conclusión.
En febrero de 1.981 ocurrió un hecho histórico que ya no se me olvidará jamás en la vida, el famoso golpe de estado de Tejero, yo tenía 7 años y me acuerdo perfectamente de todo lo que pasó esa tarde-noche. No tenía muy claro lo que pasaba, pero cuando vino mi padre a casa, cerró todas las persianas, pasó la llave, apagó todas las luces y nos metimos todos en la “salita” a ver la tele y oir la radio, me dí cuenta que algo iba mal.
Mis padres intentaron a mi hermano mayor y a mi, transmitirnos tranquilidad, seguía yo sin entender mucho, pero me dí cuenta que la mirada perdida de mi padre escuchando su radio y estirándose los brazos y dedos hacia arriba, me hacía ver que la situación era jodidamente complicada.
A todos vosotros os tengo que decir que esa mirada perdida de mi padre era miedo, me dí cuenta muchos años después, un miedo justificado, nadie, ningún español en sus cabales querría que una situación de hace unas décadas se volviera a repetir.
Vengo de una familia tradicional, de las que nos sentábamos todos en la mesa y veíamos juntos el telediario de la única cadena que existía. Me he criado día sí y día no viendo como empezaba el telediario con las terribles imágenes de los asesinatos cometidos por la banda terrorista ETA. Tampoco entendía muy bien, pero mi lógica y coherencia me decía que eso no estaba bien, no había justificación para tal barbarie.
A todos vosotros os tengo que decir que he crecido con el terrorismo machacando constantemente a un país. Lo he vivido de cerca y de lejos, a una buena amiga de mi madre, a su marido, le volaron la tapa de los sesos cuando salía del garaje de su casa, su mujer estaba delante, simplemente por ser empresario o no pagar lo que le pedían, o no pensar como ellos o vete tu a saber por qué.
Toda mi infancia, toda mi juventud con el mismo cantar, el summún de la cuestión vino en Julio de 1.997 con el asesinato anunciado de Miguel Blanco, tenía 24 años recién cumplidos, ya tenía novia unos años, mi actual mujer, ya tenía criterio, ya trabajaba, ya me ganaba la vida por mi mismo, aunque seguía viviendo en casa de mis padres.
Por primera vez me saltaron las lágrimas y el odio y rencor recorrió mi cuerpo cuando los asesinos lo mataron, me da igual su sexo, religión o política de esta persona, lo borraron del mapa sin dudarlo y sin pestañear. Pero una vez más tengo que dar gracias a mi entorno por mantenerme en la cordura y en la paciencia, me acuerdo de las palabras de mis padre, “la justicia, la unión de todos, les ganará” y no se equivocó.
A todos vosotros os tengo que decir, gente de 20 a 30 años, que no tenéis ningún criterio para estar disgustados con el sistema, vivís en uno de los países más seguros y con más calidad de vida del mundo. Siempre, siempre, tenéis que aspirar a más y manifestar vuestras inquietudes y reivindicaciones, pero siempre sin violencia y dentro del ejercicio del respeto; respeto hacia el otro, hacia el primo, hacia el amigo, hacia el vecino, incluso hacia el enemigo, si lo hay.
A todos vosotros os digo que el sistema político actual me da pena, pero no por ello me voy a rendir, tenemos los mecanismos necesarios para hacerlo cambiar, de una forma ordenada y pacífica. No votemos al partido político por sus falsas promesas que dirán que harán, votar a la persona política que realmente tenga sentido de estado, que sienta pasión y viva y muera por su profesión. Si actualmente no la hay, busquemos, reivindiquemos esta figura para que el sistema cambie, pero siempre dentro del ejercicio democrático y legal.
A vosotros, próximo futuro, futura generación, no os dejéis embaucar, aplicar criterio, coherencia e inteligencia, tenéis los mecanismos y los recursos para buscar la verdad sin dejaos contaminar. Sentir pasión por lo que hacéis, motivaros, desarrollar vuestro potencial e intentar vivir de ello, aunque mucha gente os dirá por el camino que no podréis conseguir vuestras metas. La vida es bella mi querida juventud, la vida es muy corta para entretenerse en sutilezas como el odio, rencor y avaricia.
Y a vosotros, sabia generación, personas con ya una vida formada, padres y abuelos, dar seguridad y estabilidad al futuro, transmitir paz y serenidad, servir de apoyo para que vuestra descendencia pueda ganar a la incertidumbre. Comunicad con seguridad, transmitir paz y sosiego, forjad y formar lo mejor para los vuestros, que no os vean debilitados. No apoyéis a los charlatanes, a los falsos mesías que quieran desestabilizar a los vuestros para ellos hacerse más fuerte, buscad y ayudad a encontrar la verdad.
Y para ti papá, que hoy 11 de Diciembre hace un año que nos dejaste, gracias por estar ahí, por servirme de apoyo y pilar para forjarme un futuro que adoro y vivo con la máxima intensidad.
Para todos vosotros, con cariño
David Espí Jiménez